Notas para mi residente (II)


Mínima alma mía, tierna y flotante, huésped y compañera de mi cuerpo, descenderás a esos parajes pálidos, rígidos y desnudos, donde habrás de renunciar a los juegos de antaño. Todavía un instante miremos juntos las riberas familiares, los objetos que sin duda no volveremos a ver…Tratemos de entrar en la muerte con los ojos abiertos…

Memorias de Adriano. Marguerite Yourcenar

Lo que más agradecimos estos días fue que además de preguntarnos cómo está ella nos hicieran esta pregunta sencilla: “¿y vosotros como os encontráis?”. La siguiente pregunta que agradecimos enormemente era: “¿necesitáis alguna cosa?¿podemos ayudaros en algo?”.

Es importante saber entrar en las casas. Mirar intensamente la calle, el barrio, el ascensor, las escaleras, los sonidos y los olores en las escaleras. Esa puerta entreabierta y la persona que expectante está esperando. El tiempo, el tiempo. Presentarte si no te conocen, esa mirada de nobleza, alargar la mano con nobleza, saludar a las familias. Expresar compasión por esa mujer tumbada en la cama y expresar compasión (kunderiana, ya sabes) a la familia, ese montón de gorriones desorientados que entran y salen de las habitaciones, vecinos, hijos, llorando, dudando, preguntándose cómo ha ocurrido eso. Es muy importante también mostrar compasión por los objetos de la casa: esas tazas en la mesita, las medicaciones, el calendario, las fotos de los hijos y de los nietos, esos objetos cotidianos y emocionantes. Es muy importante conocer el salón, la cocina, saber dónde es mejor que se exprese el dolor y que te expresen el dolor, sentarte, escuchar, mirar, mover adecuadamente las manos, hablar con calma, abrazar si es preciso. Sentir una profunda compasión por esa toalla inmaculada que han preparado para que te laves las manos después de acariciar terapéuticamente los cuerpos.

El estilo terapeutico es un profundo y bello entramado de moverse por los cuerpos y los síntomas y por ese terreno quebradizo que trasciende los órganos y que podríamos llamar de millones de formas.

El estilo terapéutico es combinar saludo, expresión clínica, diagnósticos diferenciales, fisiopatologías, palabras, manos, dudas, tratamientos, apoyo, gestos, conocimiento científico de primera calidad, manejar dosis, combinar tratamientos y emociones, respuestas, preguntas, pañuelos y exploración, escribir detenidamente las instrucciones, explicar, sentarte en un rincón de esa casa a escribir.

Toca, acaricia. La posibilidad de realizar como profesional una exploración va más allá de escuchar esos sonidos internos y la belleza que se va transformando en los cuerpos y las posibilidades diagnósticas y terapeuticas, la oportunidad de dejar los dedos en el brazo de la mujer que agoniza mientras auscultas, mimarla con tus dedos, pasar la mano por su cara, inclinarte para decirle algo al oido, delimitar la perfección de ciertas vísceras, la provisionalidad de otras.

Despidete. Despidete mirando con calma a esos gorriones perdidos y a los objetos de la casa. Sonríe. Cualquier cosa que necesiteis no dudeis en comentarla conmigo. Sonríe y afirma: “la estáis cuidando muy bien, aunque ya no lo pueda expresar con palabras ella esta muy orgullosa de lo bien que la estáis cuidando”.

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