Los 100 del año: los que realmente le ponen las caras al mundo


No tengo nada contra Pedro Cavadas. Horror. Lejos de mi intención. No querría caer en una especie de columnismo de mala baba de esos que no me agrada mucho leer en algunos blogs. Ni tampoco trivializar el enorme trabajo de este muchacho y que es real incluso/pese a tantas portadas, reportajes, entrevistas y ruedas de prensa. Real y muy importante para un grupo de personas a las que atendió y curó. Incluso llego a entender que deba ser así para estar entre los 100 del año según un suplemento que permite dos lecturas (creo recordar que los compañeros de Salud y otras cosas de comer lo apuntaron en algún post) y que invita a comerse algun neuroleptico siempre que se termina de leer por alternar tan hábilmente  compromiso con consumismo.
El motivo de la reflexión en voz alta es que entre los 100 pioneros y de investigación no salen algunos que también le ponen cara al mundo (le ponen caras al mundo). No solo porque no salgan en el monográfico de este domingo (qué bueno, tampoco es para tanto) sino porque no suelen salir en muchos sitios y nunca, nunca, nunca saldrán en ninguna portada:
el descubrimiento de cualquier vacuna será portada (la del VIH por ejemplo si llega el día), pero no lo han sido el montón de compañeros que han pateado calles con furgonetas repartiendo chutas en los momentos más terribles de la epidemia; ni El Patio; ni Rober; ni Vidal; ni Mónica; ni la Carriona; ni a Rafa que animó a que un grupo de gente, colectiva, pausadamente, levantara la mano pidiendo calma y tranquilidad; ni siquiera el maestro que se jubila (aunque sus buenos momentos de gloria periodística si tuvo y seguirá teniendo!) y del que tanto hemos aprendido y continuaremos aprendiendo; ni los mejores investigadores del mundo que no dejan de preguntarse y responderse todos los días las mayores preguntas de investigación, esos que  no tendrán tiempo ni cuerpo para publicar en NEJM ni en Lancet, entre paciente 44 y 45 y domicilio y domicilio pero que son los verdaderos investigadores y pioneros de una atención primaria tan adelgazada en nuestro país. Ni las mediadoras y mediadores de UNGA. Ni Carlinos que en Proyecto me contaba como se drogaban ellos experimentando con lo que leían en un vademecum robado y luego cómo se hizo terapeuta y cómo le jodió el higado pese a que no iba mal del VIH.
Y aunque no me leí el reportaje entero, tampoco me parece que hayan incluido a Aminetu (tan cansina con su huelga ¿verdad?). Tan cansinos los treinta años plantados con tiendas en aquella puta mierda de desierto ¿verdad?. Tan rara que quedaría esa mujer antes del anuncio de Sony Ericsson de pon-un-diamante-en-tu-vida o medio salpicada de agua de la fragancia de Rochas que se le derrama a la modelo por las ubres.
La concepción de estas primeras figuras de la prensa, estas portadas en salud e investigación tiene su miga. Tiene mucho que ver con la tecnocracia y con lo que se sigue, seguimos pensando, que es lo más importante en los procesos de salud y enfermedad. El otro día al hablar sobre la prevención del cáncer de cérvix la idea de fondo que me venía a la cabeza era la de aquella historia de Galeano de «rasca, rasca mucho, pero rasca donde no pica«. Lo verdaderamente importante y en lo que realmente invertimos. Decir algunas cosas es blasfemar. En mayo de este año en el seminario de investigación en Atención Primaria proponía, medio en broma, serio totalmente, la necesidad de dejar de investigar y empezar a llevar a la práctica realmente (investigación traslacional tipo 2) lo que ya sabemos que funciona. Y que funcione.
La salud y la investigación también tiene su iconografía. Y su prensa rosa. Científica pero muchas veces rosa también.
Si fuera Cavadas, y seguro que le gusta la idea, la próxima vez que le dieran una página completa en prensa pediría que le pixelaran su cara (como a Lula en la portada del reportaje). Y que la cara del que pone cara fuera la cara de los que realmente le ponen las caras al mundo.

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