Síndrome Cienfuegos-March


En enero de 2012 fue cesado José Luis Cienfuegos como director del Festival de Cine Internacional de Gijón. Me cabreé muchísimo. Reconozco que el cabreo inicial fue porque me lo pasaba muy bien en el Festival. No me gustaba nada que aquello se acabara, con todo lo que disfrutaba del Festival bajo la dirección de Cienfuegos y su equipo. Otro elemento que me cabreaba era que tenía la sensación – y estaba seguro que aquella sensación podía objetivarse- que se proponía el cese de una persona en un momento en el que los resultados del Festival eran muy buenos. En mi dolor – consciente que etiquetar es una forma de paliar síntomas –  bauticé aquello como el Síndrome Cienfuegos

El Síndrome Cienfuegos engloba una serie de signos y síntomas, acaecidos en un contexto determinado -Asturias- con ocurrencia temporal variable y con una etiología no demasiado clara.
Un signo patonogmónico del síndrome Cienfuegos es la manifiesta voluntad de joder algo cuando está funcionando bien.
Aunque geográficamente su inicio se circunscribe en Asturias su aparición ya se ha descrito en otros lugares (esto de Asturias como epicentro no está claro).
Las etiologías son variables. Puede estar relacionado con el cainismo, con la envidia supina, con el gelipollismo o con la ausencia de miras.
Existen factores que aceleran el mal pronóstico como el encogimiento de hombros o el “amiqué” o el “algo habrán hecho” o el “que se jodan”. O ese tan terrible de “esto no va conmigo”.
La etiología más oscura de todas es el simple hecho de joder por joder.

Hace unos días se notificaba un nuevo caso de este Síndrome en la Escuela Andaluza de Salud Pública: se anunciaba de forma abrupta la destitución de Joan Carles March.
Abstrayéndome de temas emocionales y evitando caer en sentimentalismos (de esos que le gustan a Joan y a Bimbela del tipo de Amor se escribe con H – ¿tendrá esto que ver con el cese?) traté de encerrarme en mi caparazón de científico y realizar un análisis sesudo del tema. Mis premisas de partida pueden ser estas:

– Entiendo que siendo puestos de libre designación pueden estar expuestos a la libre destitución (es importante que las administraciones públicas sepamos regular la provisión de este tipo de plazas, por supuesto).
–  Entiendo que al estar dentro de una institución democrática – y más en aquellas de trayectoria cercana a la ciudadanía y más, digamos, yoquesé, progresistas- donde la palabra transparencia  rezuma por los poros, han de argumentarse de forma detallada los motivos de esta destitución.
– Entiendo que de la misma forma que se exige responsabilidad técnica, indicadores de actividad y de cartera de servicios y medidas de efectividad al resto de empleados/as de esta empresa, el recambio de un puesto directivo ha de estar sometido a este tipo de variables y medidas (llama mucho la atención- Síndrome Cienfuegos- la sensación de cerrar algo cuando está funcionando bien).
– En caso de que la destitución sea debida a otros elementos más opináticos o contextuales: “A Joan Carles es que no le gustaba el fútbol” , “Es que tuiteaba a kaskoporro”, “Es que no nos gusta que tengamos a un influencer en nuestras estructuras directivas”, “Es que el único carné que tiene es el del autobús”, «Le aconsejamos que se afeitara el bigote y se lo dejó más largo«; en dicho caso que los factores fueran de esa trascendencia, como no somos tontos, e incluso siendo tontos – por principios básicos de educación y respeto las minorías de tontos de este mundo – nos gustaría que se nos explicaran mejor las cosas.

Analizado esto llama la atención que:

No se ha presentado información objetiva, transparente y pública sobre porqué se cesa:
– A una persona con un objetivable y elevadísimo perfil académico
– Con unos resultados brillantes en estos años de dirección
– Y que ha recibido apoyo y respaldo por la gran mayoría de las personas que trabajan con él.

Esta es la primera parte. La segunda parte es la más importante. Cuando cesaron a Cienfuegos salimos todos  a la Plaza Mayor a petarlo esa misma tarde. Estaba hasta Nacho Vegas (esta es una expresión gijonesa que utilizamos cuando está lleno algún sitio, pero en este caso es real: estaba hasta Nacho Vegas). Juramos, haciéndonos sangre en las yemas, y frotando nuestras gafas de pasta, que no volveríamos al Festival hasta que aquello se paralizara. La semana siguiente en la Plaza éramos cuatro (no estaba ni Nacho). Yo confieso que no he vuelto al Festival pero puede que haya sido por otros temas familiares más que por aquel pacto de sangre.
Lo más triste del caso March es que vuelva a ocurrir lo mismo. Se ha mandado una carta y hemos escrito en los blogs. Han salido cuatro noticias en los diarios. Hemos petado el Facebook cuatro días: “Sabes que te queremos Joan, que eres más listo que la hostia. Pero qué malo y malísimo es el Sistema. Te mereces lo mejor Joan. Qué bigote más majo tienes. Voy a dejármelo como el tuyo en solidaridad. Haremos selfies y los colgaremos en las redes
Yo también quiero resultados de nuestras actuaciones. Tenemos que saber pasar de la melancolía de las redes y de los bares a actuaciones significativas. Yo quiero que vuelva Joan Carles (en mi inventario objetivo de riquezas, actitudes y conocimientos y tras una evaluación rigurosa de estos años tiene una nota académica y directiva brillante para continuar). Pero incluso ya no se trata sólo de lo que yo quiera o de lo que pidan el resto de compañeras y compañeros de la Escuela, lo que queremos es que se nos reconozca que tenemos pelos en las ingles y que somos adultos, y ciudadanas, con derecho a una información transparente y objetiva y a que se tomen decisiones basadas en dicha información, y que la democracia no es como decía Berger, algo como las olimpiadas, algo que ocurre (si tienes suerte) cada cuatro años.

 

 

2 comentarios sobre “Síndrome Cienfuegos-March

  1. Con el cese de Cienfuegos nos pusimos muy contentos en Sevilla, pues inmediatamente lo contrataron como Director del Festival de Cine de Sevilla, que pegó un cambiazo impresionante :).
    La duda que me surge es si cuando el «Síndrome Cienfuegos-March» está tan extendido podemos hablar de un estado patológico que afecta a algunas personas especialmente susceptibles, que requiere un determinado medio para que este trastorne se exprese, o se trata de una situación endémica, socialmente admitida y por tanto asumida como normalidad.
    Despues de haber estudiado el síndrome en profundidad, creo que se trata de un mal endémico. Puede haber varias opciones terapéuticas, pero como primera medida está indicada una alta dosis de transparencia acompañada de tomas periódicas de rendición de cuentas. Como tratamiento complementario, cursos intensivos de democracía para quienes toman este tipo de decisiones, entre cuyos objetivos competenciales estaría: Quienes toman decisiones en asuntos públicos serán capaces de establecer la diferencia entre discrecionalidad y arbitrarierdad.
    Hay otras medidas más radicales, pero parece prudente empezar con este tratamiento.
    saludos
    javier

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